Existe una amplia y consistente evidencia científica sobre la vinculación de la contaminación atmosférica con gran número de enfermedades y con la degradación del medio natural, por lo que la calidad del aire está considerada como uno de los grandes retos sanitarios mundiales debido a su importancia como destacado riesgo medioambiental para la salud.
Los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud cobran relevancia en áreas urbanas donde se concentra una proporción significativa de la población en un espacio relativamente pequeño y en las que existe el riesgo, generalmente en situaciones meteorológicas desfavorables para la dispersión de los contaminantes, de que se sobrepasen los niveles de contaminación considerados perjudiciales para la salud por las emisiones de contaminantes derivados de la actividad humana (emisiones del transporte, sector residencial-comercial-institucional, industrias, etc.) y también en ocasiones por la incidencia de fuentes naturales (vegetación, océanos, incendios, volcanes, intrusiones de polvo, etc.)
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Las PM son un indicador común de la contaminación del aire. Sus principales componentes son los sulfatos, los nitratos, el amoníaco, el cloruro de sodio, el hollín, los polvos minerales y el agua. Consisten en una compleja mezcla de partículas sólidas y líquidas de sustancias orgánicas e inorgánicas suspendidas en el aire.
Si bien las partículas con un diámetro de 10 micrómetros o menos (PM10) pueden penetrar y alojarse profundamente dentro de los pulmones, existen otras partículas aún más dañinas para la salud, que son aquellas con un diámetro de 2,5 micrómetros o menos (PM2.5) debido a que pueden atravesar la barrera pulmonar y entrar en el sistema sanguíneo.
Entre los efectos en la salud que la exposición a contaminación por partículas, se puede mencionar los siguientes:
La contaminación por partículas conlleva, por tanto, importantes efectos sanitarios, incluso a bajas concentraciones. De hecho, no se ha podido identificar ningún umbral por debajo del cual no se observaran daños para la salud, existiendo una estrecha relación cuantitativa entre la exposición a altas concentraciones de partículas (PM10 y PM2.5) y el aumento de la mortalidad o morbilidad diaria y a largo plazo.
Las partículas pueden aparecer en la atmósfera tanto por emisión directa, denominadas partículas primarias, o formarse a partir de otros compuestos como el SO2, NOx, NH3 y COV's.
Existen numerosas fuentes de emisión de este tipo de compuestos. Por una parte, las emisiones pueden ser de tipo antropogénico, principalmente asociadas a procesos de combustión, aunque no solamente a ellos. Por otra parte, existe numerosos procesos naturales que pueden desencadenar en la aparición de altas concentraciones de particulas: desde la resuspensión local de polvo o la generación de aerosoles marinos en zonas costeras, hasta el transporte desde largas distancias como las intrusiones de polvo africano.
Las partículas PM son un indicador de la contaminación del aire. Sus principales componentes son compuestos minerales presentes en las partículas de polvo, los humos industriales y de los procesos de combustión y el agua. Consisten en una compleja mezcla de partículas sólidas y líquidas de sustancias orgánicas e inorgánicas suspendidas en el aire.
Si bien las partículas con un diámetro de 10 micrómetros o menos (PM10) pueden penetrar y alojarse profundamente dentro de los pulmones, existen otras partículas aún más dañinas para la salud, que son aquellas con un diámetro de 2,5 micrómetros o menos (PM2.5) debido a que pueden atravesar la barrera pulmonar y entrar en el sistema sanguíneo.
Entre los efectos en la salud que la exposición a contaminación por partículas, se puede mencionar los siguientes:
La contaminación por partículas conlleva, por tanto, importantes efectos sanitarios, incluso a bajas concentraciones. De hecho, no se ha podido identificar ningún umbral por debajo del cual no se observaran daños para la salud, existiendo una estrecha relación cuantitativa entre la exposición a altas concentraciones de partículas (PM10 y PM2.5) y el aumento de la mortalidad o morbilidad diaria y a largo plazo.
Las partículas pueden aparecer en la atmósfera tanto por emisión directa, denominadas partículas primarias, o formarse a partir de otros compuestos como el SO2, NOx, NH3 y COV's.
Existen numerosas fuentes de emisión de este tipo de compuestos. Por una parte, las emisiones pueden ser de tipo antropogénico, principalmente asociadas a procesos de combustión, aunque no solamente a ellos. Por otra parte, existe numerosos procesos naturales que pueden desencadenar en la aparición de altas concentraciones de particulas: desde la resuspensión local de polvo o la generación de aerosoles marinos en zonas costeras, hasta el transporte desde largas distancias como las intrusiones de polvo africano.
El ozono troposférico (el que se encuentra a nivel del suelo) es un contaminante secundario que se forma al reaccionar compuestos como los óxidos de nitrógeno (NOx), procedentes de las emisiones de vehículos o la industria o los compuestos orgánicos volátiles (COV's), emitidos tanto por fuentes naturales como antropogénicas (vehículos, disolventes, industria, etc.), y el oxígeno en presencia de la radiación solar (reacciones fotoquímicas).
Este gas es un potente y agresivo agente oxidante, cuya exposición a niveles elevados origina problemas respiratorios sobre la salud humana (irritación, inflamación, insuficiencias respiratorias, asma) y puede contribuir a incrementar la mortalidad prematura.
El NO2 es un gas tóxico que, a concentraciones elevadas, causa una importante inflamación de las vías respiratorias, incluso en exposiciones de corta duración. Las principales fuentes de emisión antropogénicas de NO2 son los procesos de combustión (calefacción, generación de electricidad, motores de vehículos y barcos, etc.)
En las ciudades este contaminante procede principalmente de las emisiones del tráfico rodado, que ocurren en la proximidad del ciudadano y tienen, por tanto, gran repercusión en los niveles de exposición de la población y en su salud.
El dióxido de nitrógeno tiene efectos adversos sobre la salud humana, pudiendo causar inflamación de las vías aéreas, afecciones de órganos, como hígado o bazo, o de sistemas, como el sistema circulatorio o el inmunitario, que propician a su vez infecciones pulmonares e insuficiencias respiratorias.
Además, este gas actúa como precursor de la formación de ozono, contaminantes que también tienen efectos perjudiciales para la salud e interviene de forma secundaria en la formación de ácido nítrico contribuyendo a la acidificación del medio ambiente..
El SO2 es un gas incoloro con un olor penetrante que se genera en la quema de combustibles fósiles (combustibles ricos azufre) o la fundición de menas que contienen azufre.
El dióxido de azufre puede producir efectos adversos sobre la salud, tales como irritación e inflamación del sistema respiratorio, afecciones e insuficiencias pulmonares, alteración del metabolismo de las proteínas, dolor de cabeza, ansiedad, etc.
Además, también actúa como precursor de la formación de sulfato amónico, lo que incrementa los niveles de PM10 y PM2.5, con graves consecuencias igualmente sobre la salud.
En las condiciones adecuadas y en combinación con el agua, el SO2 puede dar lugar a gotas de ácido sulfúrico, que es uno de los principales componentes de la lluvia ácida contribuyendo a la acidificación del medio ambiente
El monóxido de carbono es un gas incoloro, sin olor y sin gusto, que se emite a la atmósfera en procesos de combustión incompleta de gas, carbón, gasóleo o biomasa. Las principales fuente emisoras son el tráfico y las estufas para uso doméstico.
Al inhalarse, este gas penetra en el organismo a través de los pulmones, y puede provocar una disminución de la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre, con el consiguiente déficit de oxigenación de órganos y tejidos, así como disfunciones cardiacas, daños en el sistema nervioso, dolor de cabeza, mareos y fatiga.
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